Fidelidad canina
Nikolai Ivanov, un experimentado director de cine, se sentó a tomar el té, reflexionando sobre su vida. Aprendió a preparar té casi tan bien como su madre, pero aún así no podía igualar su habilidad. De repente sintió nostalgia por su familia y pensó en irse a casa un par de días.La vida en la ciudad era tranquila, pero aburrida. Nicolás estaba atormentado por la falta de trenes, de los que estaba acostumbrado a pasar de niño. Incluso un apartamento cerca de la estación no trajo la comodidad deseada, y Nicolás se detuvo cerca del trabajo. Sin embargo, también estaba solo aquí.
Julbars, su perro fiel, ya era viejo y no podía ayudarle más en el trabajo. Nicolás decidió no enviarlo a dormir y se lo llevó a su casa para asegurar al perro una vejez tranquila. En el proceso de hablar con él, Nicolás expresó su nostalgia por la casa y su deseo de encontrar compañía para sí mismo.
El perro, aunque viejo, era un observador agudo y notó que Nicolás necesitaba una mujer. Hablaron del tema y Nicolás confesó que le gustaba Leila, pero aún es demasiado joven. También recordaron aventuras pasadas relacionadas con el trabajo y el servicio en el ejército.
Al final de la conversación expresaron la esperanza de encontrar a un anciano que como ellos, pueda compartir historias y aventuras. A pesar de la diferencia de edad y de forma, Nicolás y Julbars eran amigos inseparables, su conexión era mucho más profunda que el mero dueño y su perro.
Nikolai y Julbars pasaron el tiempo restante en el ambiente cálido de su acogedor hogar. Discutían aventuras pasadas, compartían recuerdos y se reían de los chistes del otro. Para Nicolás, tales momentos se convirtieron en un verdadero consuelo en su soledad.
El perro, a pesar de su avanzada edad, siempre estuvo en guardia y dispuesto a apoyar a su amo en un momento difícil. Su conexión era algo más que una simple relación entre el hombre y su amigo animal. Eran compañeros de vida, entendiéndose unos a otros incluso sin palabras.
Cada día Nicolás era cada vez más consciente de que el verdadero hogar no era sólo el lugar donde vivía, sino también donde estaba su corazón. Junto con Julbars, encontró la comodidad y la paz que había estado buscando durante tanto tiempo.
Y aunque Nicolás aún soñaba con conocer a la mujer que se convertiría en su compañera en la vida, entendió que la felicidad real ya estaba cerca... en la persona de su fiel amigo y compañero, que siempre estuvo ahí, incluso en los momentos más difíciles.
Así que Nikolai Ivanov y su perro Julbars continuaron con su ritmo diario de vida, esperando nuevas aventuras y alegrías que el destino les había preparado. Juntos eran invencibles y dispuestos a atravesar cualquier dificultad, manteniendo su amistad y comprensión inquebrantables.
01.05.2024
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